por Andreina Figuera |
Hay una pregunta que nos acompaña a todas, aunque pocas la dicen en voz alta:
¿Por qué, si soy talentosa, preparada y estoy llena de ganas, siento que algo me frena cada vez que quiero avanzar?
Ese freno interno no aparece en los libros de estrategia, ni en los cursos de productividad, ni en los métodos de ventas.
Aparece en tu mundo emocional.
Ese mundo silencioso —a veces incómodo, muchas veces ignorado— que sostiene o derrumba tu expansión.
Después de años acompañando a mujeres a construir negocios online, he visto el mismo patrón repetirse:
Mujeres brillantes, con ideas potentes, con muchísimo para aportar… paralizadas por dentro.
No por falta de conocimiento.
Sino por exceso de miedo, culpa y autoexigencia.
Por eso este episodio nace desde un lugar distinto.
No desde la teoría, sino desde la observación real, humana y emocional.
Porque antes de diseñar un método, antes de construir una estrategia, antes de soñar con ventas… hay algo más profundo que necesitas ver: la relación que tienes contigo misma.
Tres emociones aparecen una y otra vez en el camino de las mujeres que quieren crecer:
Esa sensación silenciosa que te hace priorizar a todos menos a ti.
La culpa por desear más, por invertir en ti, por ocupar espacios, por no ser la disponibilidad viviente que el mundo espera de ti.
La culpa que se disfraza de procrastinación, indecisión o falta de tiempo, pero que en el fondo es miedo a decepcionar.
No es miedo al fracaso.
Es miedo a que te miren.
A equivocarte en público.
A que hablen de ti.
A no ser suficiente.
Y desde ahí aparece la preparación eterna: un curso más, un logo más bonito, una web perfecta, ese “cuando esté lista”… que nunca llega.
No es preparación. Es protección emocional.
La más peligrosa de todas.
La que te hace creer que todavía falta algo, que podría ser mejor, que no es suficiente.
La que te mantiene puliendo, editando, corrigiendo… en lugar de actuar.
La que te convence de que es prudencia, cuando en realidad es miedo disfrazado.
Estas emociones no desaparecen.
No se “superan”.
No se vencen.
Se reconocen, se aceptan y se atraviesan.
Y cuando lo haces, tu negocio cambia, tu energía cambia y tus resultados cambian.
Porque emprender desde la emoción correcta te lleva a un lugar completamente distinto.
Ya no creas para demostrar.
Creas para aportar.
Ya no vendes desde la carencia.
Vendes desde la convicción.
Ya no te escondes detrás de excusas lógicas.
Te sostienes desde la claridad y el compromiso.
Este episodio es una invitación a hacer una pausa honesta y preguntarte:
¿Qué emoción está frenando tu expansión hoy?
¿La culpa?
¿El miedo?
¿La autoexigencia?
¿O las tres?
Reconocerlo es el primer gran paso para liberarte.
Puedes ver el episodio aquí y seguir explorando conmigo este camino de liderazgo, conciencia y expansión.
Porque no puedes liderar un negocio… si no aprendes a liderarte a ti misma.
Con amor, Andreina